Plataforma para el impulso de la accesibilidad universal

¿Cuán beneficiosa puede ser la Inteligencia Artificial para la inclusión social?

La Inteligencia Artificial tiene un enorme potencial para revolucionar la sociedad y mejorar la calidad de vida de todas las personas, en particular, las que tienen discapacidad. Algunos productos tecnológicos ya disponibles son prueba innegable de dicho potencial. Por ejemplo, la herramienta Seeing AI de Microsoft, una app gratuita que ayuda a las personas ciegas a reconocer objetos en el entorno. Otro ejemplo son los asistentes virtuales, al estilo de Alexa o Google Home que, gracias a la IA, permiten al usuario comunicarse con sus dispositivos y realizar múltiples tareas de forma más accesible. Sin embargo, queda aún mucho camino por recorrer. Un problema recurrente es que muchos algoritmos discriminan contra las personas con discapacidad del mismo modo que lo hacen sus desarrolladores, que son reflejo de los prejuicios que aún persisten en la sociedad. Ello se debe a la práctica de alimentar la IA con datos que no son representativos de este colectivo. Por ejemplo, algunas empresas criban potenciales candidatos utilizando algoritmos de selección que analizan su idoneidad a partir de perfiles de profesionales en puestos similares. Si no tienen en cuenta las particularidades de los candidatos con discapacidad o al no haber personas con discapacidad en perfiles similares, pueden terminar tachándoles como poco idóneos para el puesto. Como resultado, personas con discapacidad que sí cumplen con los requisitos del empleo ofertado, se quedan fuera de los procesos de selección. Para evitar este tipo de discriminación es importante que los datos que alimentan los algoritmos sean recogidos de forma ética y, además, sean representativos de los colectivos más vulnerables o minoritarios. La Fundación ONCE ha reunido una serie de expertos en IA e inclusión que debatirán sobre estas cuestiones. Asimismo, propondrán posibles soluciones que promuevan el desarrollo de algoritmos que contemplen la diversidad funcional e impulsen la inclusión social de las personas con discapacidad. El encuentro, denominado Inteligencia Artificial e inclusión social, llevado a cabo por Fundación ONCE y en el que participaron importantes expertos del sector, ponen de relieve algunas de las claves a tener en cuenta . Pueden volver a ver toda la jornada en el canal de Youtube de Fundación ONCE.

Accesibilidad a la tecnología en el contexto educativo

El alejamiento de las aulas debido a la crisis sanitaria provocada por la Covid-19, nos ha permitido evidenciar que las nuevas tecnologías nos permiten realizar tareas como el aprendizaje a distancia. También ha puesto de manifiesto que, en algunos casos, esta misma tecnología puede suponer una barrera para algunos colectivos como puede la brecha digital entre profesorado, padres y alumnado. Esta barrera se debe, en parte, a la falta de accesibilidad en la tecnología aplicada, o por la dificultad de acceso a la propia tecnología por motivos económicos o geográficos. Aunque para algunas personas abrir una cuenta en Google Classroom, realizar una teleconferencia o recibir clases online son tareas cotidianas, no es el caso para todas las personas. Para muchos, entre ellos profesores, alumnos y padres, son experiencias nuevas. La falta de accesibilidad hace que para el colectivo de personas con discapacidad sean particularmente difíciles. Por ello, para conseguir una experiencia óptima y enriquecedora, hay que tener en cuenta las necesidades específicas de cada alumno y su familia. Se debe procurar, desde la accesibilidad de la plataforma utilizada, que se faciliten contenidos en diversos formatos. Por ejemplo, subtítulos, interpretación en lengua de signos o audiodescripción. Otro problema que enfrentan muchas personas usuarias de la educación a distancia es la falta de contenidos en lectura fácil. Muchas personas con discapacidad intelectual o con dificultades con el idioma están teniendo muchas dificultades para comprender el contenido y poder cumplir con los deberes en igualdad de condiciones. Asimismo, se han de adaptar los tiempos, las formas de evaluación, la forma de comunicación entre padres y profesores, para que todos los estudiantes puedan seguir teniendo las mismas oportunidades y puedan continuar su formación sin barreras. Muchas de estas nuevas formas de relacionarnos y de hacer nuestra actividad diaria habrán llegado para quedarse, al menos, por un tiempo. Cuando la “nueva normalidad” llegue a las aulas, es muy probable que haya un estilo de formación combinada: la presencial y la virtual. Por tanto, es necesario detectar todos aquellos problemas que podamos estar encontrando entre nuestro alumnado para poder darle solución, sin olvidar a los padres y madres con discapacidad, que también forman parte de la comunidad educativa.
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