La Economía Circular Inclusiva es un paso más dentro de la tendencia actual en el mundo de la economía circular, que apuesta por un modelo de negocio con una triple función (económica, ambiental y social) para garantizar la sostenibilidad a futuro a todas las personas del planeta. Sus principios son:
- Preservar el capital natural. Hacer uso de los recursos naturales, como las mareas, el viento y el sol, ya que se restauran de forma natural más rápidamente e impactan menos en el medio ambiente.
- Participación inclusiva. La economía circular genera todo tipo de oportunidades para incluir a las personas con discapacidad en el ámbito laboral. Las personas con discapacidad son un excelente activo al que las empresas no deberían renunciar. Su fuerte compromiso y su motivación, sus diferentes formas de actuar y ver las cosas les convierten en trabajadores muy eficientes y generadores de un buen clima laboral. Las empresas que cuentan en sus plantillas con personas con discapacidad fomentan la sostenibilidad y la inclusión social sin renunciar a la rentabilidad.
- Optimizar el uso de los recursos. Vivimos en un planeta en el que los recursos naturales a los que hay acceso son limitados y con posibilidad de agotarse (agua dulce, gas, petróleo, …). Por ello, hay que optimizar su uso y llevar a cabo acciones que garanticen la reducción, el reciclaje y la reutilización.
- Priorizar la accesibilidad. En el modelo lineal de economía prima la rapidez y la apariencia y existen muchas trabas y barreras para que las personas con discapacidad accedan al mercado laboral. Prejuicios, sesgos inconscientes, formación e información o la falta de accesibilidad, tanto física como mental, frenan la contratación de personas con discapacidad por parte de las empresas. Por el contrario, la Economía Circular Inclusiva apuesta por aprovechar el talento y la oportunidad que ofrecen las personas con discapacidad. La accesibilidad universal es la herramienta para garantizar que las personas con discapacidad participen plenamente y con seguridad en el mundo laboral en igualdad de condiciones.
- Disminución del impacto medioambiental. La clave para cuidar el medio ambiente es reducir la cantidad de residuos que generamos. Se debe disminuir la emisión de gases de efecto invernadero y CO2 a la atmósfera que aumentan la polución y contaminación en las ciudades y dañan la capa de ozono, causando un gran impacto en las personas.
- Reparación de productos. En general, todos los productos, y fundamentalmente los mecánicos y tecnológicos, con el tiempo se estropean. Pero también es habitual que, por cuestiones de moda y marketing, se sustituyan aún estando en funcionamiento o se desechen sin intentar repararlos. Un simple arreglo o un cambio de pieza pueden mantenerlos en funcionamiento durante más tiempo. Esta acción contribuye a mantener la circularidad de toda la economía. Es importante evitar que un producto que aún puede funcionar termine en la basura anticipadamente, se deben primar las reparaciones y el uso en segunda mano. Además, con estas actividades se generaría un buen número de puestos de trabajo inclusivos.
- Apuesta por la alargaescencia. Debe primar la alargaescencia, que aboga por alargar el uso de los productos con eficiencia y corrección, sobre la obsolescencia programada, que pone fecha de caducidad o uso a los productos e invita a cambiar y consumir con rapidez. De esta forma, se reduce la cantidad de residuos. Además, a la hora de crear productos y servicios, se optará por el ecodiseño que se basa en prácticas que van desde el uso de materiales biodegradables a consentir que las piezas defectuosas puedan sustituirse o repararse para prolongar la vida útil del producto. Se trata de que las personas tengan menos cosas, pero sean más duraderas y respetuosas.
Para llevar a cabo todas estas cuestiones es fundamental involucrar a toda la ciudadanía y contar con su participación. Esta actividad debe tener una concepción global y abarcar a toda la diversidad de la población sin dejar fuera a las personas con discapacidad, que también tienen el derecho y la obligación. Contando que la formación y concienciación en la materia también debe hacerse de forma accesible para llegar a todas las personas.
Fuente: NAN Arquitectura
La discapacidad sensorial abarca, entre otras condiciones, la sordera, la hipoacusia, la ceguera y la baja visión. El proyecto de investigación UNIVAC, liderado por la Universidad Pompeu Fabra (Barcelona) y financiado por el Ministerio de Ciencia e Innovación, la Agencia Estatal de Investigación y la Unión Europea, tiene el objetivo de analizar la respuesta que da la universidad española a las necesidades de accesibilidad de las personas con estos perfiles, con el fin de realizar un diagnóstico de la situación actual y concretar qué medidas son necesarias para garantizar su acceso a una educación universitaria de calidad en un contexto de creciente digitalización.
Para ello, un equipo formado por investigadores y técnicos especializados en la inclusión de la Universitat Pompeu Fabra, la Universidad de Córdoba y la Universidad del País Vasco está llevando a cabo diferentes actividades de investigación para obtener información basada en la experiencia de estudiantes, personal universitario docente e investigador, y personal de administración y servicios, con y sin discapacidad. Entre estas actividades se encuentran los grupos de discusión, entrevistas y diarios de seguimiento.
El equipo investigador señala que los estudios realizados hasta el momento relacionan a menudo la accesibilidad con las barreras físicas para las personas con movilidad reducida. Sin embargo, no profundizan en el análisis de la implantación de servicios de accesibilidad comunicativa y digital que son claves para las personas con discapacidad sensorial, tales como el subtitulado, el uso de la lengua de signos, la audiodescripción, el bucle magnético, las transcripciones o las audioguías, entre otros.
El proyecto parte de la premisa de que estas intervenciones deben darse en el entorno; “El origen de las barreras no son las personas con discapacidad, sino una sociedad inaccesible, que no está preparada para una transición digital que tenga en cuenta a todas las personas”, afirma Blanca Arias (UPF), investigadora principal del proyecto.
En este sentido, señalan que el proceso de transición digital en el ámbito universitario debería incorporar los distintos servicios de accesibilidad comunicativa y digital para no dejar atrás a las personas con discapacidad sensorial y alejarlas del sistema universitario por falta de accesibilidad.
El proyecto UNIVAC proporciona evidencias para el desarrollo de políticas de accesibilidad, que contribuyan a reducir las desigualdades y garantizar la educación de calidad para todas las personas, concluyen.
Más información y publicaciones sobre el proyecto en la