Los parques infantiles inclusivos como microespacios lúdicos y de diversión en la ciudad. Parte 2.

26 diciembre, 2022

Vista general de las zonas de juego, delimitadas por muretes y zócalos.

Un parque que permite el acceso, pudiendo utilizar los juegos y columpios acordes a los diferentes gustos y necesidades, posibilita la interacción con otros niños y niñas y garantiza la diversión. Y, por ende, la felicidad. Con la actividad física que se realiza mientras se juega, se liberan endorfinas que son las hormonas encargadas de la felicidad y eso repercute en el buen estado de ánimo.

Por el contrario, los niños y niñas con discapacidad que llegan a un parque y no pueden usar los columpios, ni incluso entrar en el propio recinto, generan un exceso de cortisol, causante de estados de estrés y ansiedad que les lleva a una situación de decepción y ansiedad.

Claves para considerar los juegos infantiles inclusivos:

  • Elementos de juego inclusivos: El parque tendrá diferentes zonas, con áreas para juegos físicos, para el juego social que estimulen la imaginación, otras que proporcionen experiencias sensoriales y otras que inviten al sosiego. En estas zonas se dispondrán diferentes elementos de juego que pueden ser independientes o parte de una estructura de juegos combinados. No todos los niños y niñas tienen el mismo nivel de desarrollo físico y cognitivo, pero si tienen la misma necesidad de jugar y pasarlo bien, de montar en el juego más divertido y de llegar al punto más alto. Para ello, en algunos casos necesitarán a un adulto, por lo que los juegos deben garantizar el acceso y uso por parte de acompañantes adultos. Los juegos y columpios deberán permitir su acceso, uso y disfrute a los menores y sus padres o acompañantes con o sin con discapacidad física, cognitiva y/o sensorial. En general, todos los elementos de juego que permitan un valor lúdico diverso y distintas alternativas de acceso, uso, manipulación y agarre unido a la seguridad, aportarán un mayor grado de satisfacción a una mayor extensión de personas, con o sin discapacidad. Las categorías de juego se pueden dividir en:
    • Elementos de juego a nivel de suelo. Se accede a ellos a nivel de suelo mediante una ruta accesible. Algunos ejemplos son la casita (Estos modelos de las casitas, los patios y los mostradores fomentan el contacto social y la comunicación entre todos los niños y son auténticos refugios para los niños con autismo que les permiten estar solos y observar tranquilamente), trampolín a ras de suelo (los niños en silla de ruedas pueden colocarse en el centro y, con ayuda de la persona que les acompañe, disfrutar de la sensación de rebotar).
    • Elementos de juego elevado. Se realiza el acceso por encima del nivel del suelo y para acceder a las cotas superiores e inferiores se utilizan escaleras, rampas y/o plataformas de transferencia. Son los toboganes (proporcionan sensación de velocidad sin que el niño tenga que hacer ningún esfuerzo durante el descenso), juegos de rotación individual o en grupo (proporcionan una buena estimulación sensorial y motriz. Los niños experimentan la velocidad y la fuerza centrífuga), columpios (combinan coordinación motriz y estimulación sensorial y desarrollan la sensación de que el cuerpo se mueve en el espacio. Además, la repetición del movimiento genera un efecto tranquilizador), muelles (desarrollan las habilidades motrices y el sentido del equilibrio y proporcionan agradables movimientos de balanceo) y balancines, juegos temáticos, camas elásticas (desarrollan las habilidades motrices, fortalecen los músculos y fomentan la coordinación y el equilibrio, areneros (es una actividad didáctica para niños con capacidad de estímulo sensorial, motriz, social, cognitivo y creativo), juegos combinados elevados, juegos de interacción, juegos temáticos (desarrollan la imaginación, la fantasía y las relaciones interactivas) y otros.
  • Zonas de estancia: Estas zonas de estancia complementan al parque y deben poder ser utilizadas por los niños/as y sus padres o acompañantes que esperan mientras estos juegan y disfrutan. Han de ser accesibles y disponer de un mobiliario con criterios ergonómicos (con respaldo, reposabrazos y materiales resistentes a la intemperie y acordes a las condiciones climatológicas), que estén bien ubicados para posibilitar su acercamiento, dispongan de un espacio de 1.50 m para ubicar sillas de ruedas, andadores o carritos de bebes, no invadan las zonas de circulación y en especial el itinerario peatonal accesible y han de cumplir con las condiciones marcadas en la legislación vigente en los espacios públicos urbanizados, en lo referente a bancos, mesas, papeleras, fuentes de agua potable, tótems de información y otros. Se recomienda que las zonas de estancia estén ubicadas en una zona que permita un control visual óptimo de todo el parque para la observación de los menores en todo momento, pero a la vez ligeramente retirado para ofrecer cierto grado de libertad a los niños/as. Estas zonas de estancia, tendrán zonas sombreadas para el control climático, según la estación del año y podrán disponer de una zona de merendero con espacios accesibles que mejorará la calidad de la zona de estancia.
  • Mantenimiento: El parque infantil debe contar con una gestión integral de mantenimiento de todos los elementos naturales y artificiales que lo conforman para que, además de minimizar los posibles riesgos de peligro, se garantice el uso continuo de la instalación, manteniendo intacta la cadena de la accesibilidad. Las personas queremos ser felices y el juego es el medio para conseguirlo, pero parece que hemos olvidado cómo jugar y socializar y, por ende, cómo empatizar y ponernos en el lugar del otro, volviéndonos más egoístas e introvertidos. Nuestros menores también han modificado su forma de jugar, no tienen tiempo libre, usan videojuegos, ven la televisión y socializan en centros comerciales y espacios de ocio cerrados, limitados y estancos, o individualmente en el interior de los hogares.

Urge reflexionar sobre cómo abordar el juego urbano en el futuro, y para ello es prioritario recuperar las calles, las zonas comunes de los edificios o, incluso, las paradas del metro y autobuses, para crear microespacios inclusivos de juego y disfrute para todas las edades, dotados de elementos de recreo seguros, con un alto componente lúdico, que proporcionen experiencias motrices, sensoriales, cognitivas y sociales, incluso con tecnologías electrónicas en los juegos. Y todo ello con la garantía de la accesibilidad para humanizar la ciudad y conseguir que la sociedad avance sin descartar a nadie por la capacidad o discapacidad que pueda tener. La inclusión beneficia a todas las personas con o sin discapacidad, permite relacionarnos, conocernos, ser más optimistas, aceptar la diversidad y ser más felices.

Fuente: NAN ARQUITECTURA