El artículo 24 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos establece que “toda persona tiene derecho al descanso, al disfrute del tiempo libre, a una limitación razonable de la duración del trabajo y a vacaciones periódicas pagadas”. Este ocio se concreta en todo tipo de actividades, ya sean deportivas o culturales que, además de ayudar al descanso de las personas, colaboran en su bienestar físico y psicosocial. Es decir, el ocio debe entenderse como una experiencia humana y un fenómeno social.
“Las condiciones en las que debe realizarse el ocio deben satisfacer estas necesidades, no solo las que tienen que ver con el aspecto físico de la persona, sino también con el afectivo. Sin embargo, nos encontramos en una sociedad en la que este tipo de actividades aun discriminan a algunos colectivos, especialmente aquellos que tienen alguna discapacidad y que les obligan a renunciar en muchos casos a actividades que les resultan satisfactorias”, ha explicado Aurora Madariaga, directora de la Cátedra de Ocio y Discapacidad en la Universidad de Deusto, durante la segunda jornada de los Encuentros de la Cátedra de Estudios sobre Deporte Inclusivo (CEDI): ‘Dibujando el camino a los Juegos Inclusivos 2020’, que se organizan junto a Fundación Sanitas.
Es preciso promover un ocio humanista capaz de empoderar a las personas y las comunidades en las que viven. Este proceso solo se puede lograr a través del fomento de la participación, la cohesión social y el desarrollo económico.
Para lograr que el ocio sea inclusivo y exista un cambio cultural se necesitan algunos requisitos:
- Desde la infancia. Es importante incorporar experiencias de ocio inclusivo desde edades tempranas, ya sea en parques, polideportivos, museos o los propios centros educativos.
- Atención especial a las mujeres. Las mujeres con discapacidad suelen ser víctimas de una doble discriminación, por lo que es imprescindible incorporarlas de manera explícita en las políticas y medidas de igualdad que se pongan en marcha.
- Envejecimiento saludable. Los mayores pueden alcanzar elevados grados de dependencia y no por ello renunciar al ocio. Las actividades deben ser adaptadas a su situación, así como a garantizar unas relaciones interpersonales de calidad. Desde Sanitas Mayores, por ejemplo, se trabaja en la protección de las capacidades cognitivas de los residentes, así como en la aplicación de distintas terapias ocupacionales que ayudan en su desarrollo con el fin de garantizar un proceso de envejecimiento activo.
- Creación de entornos accesibles. De nada sirven las distintas actividades si los espacios no están adaptados y permiten su uso al conjunto de la población. Entre estas prácticas se deben incorporar accesibilidad física, pero también señalización táctil y sonora, accesibilidad cognitiva a través de cartelería de comprensión fácil y, lo más importante, formación al personal de los distintos centros de ocio acerca de las necesidades de cada individuo.
- Autodeterminación. En última instancia el acceso al ocio debe partir de la total libertad, es decir, que cada persona debe decidir sobre aquella actividad que quiera realizar. El ocio debe garantizar un tiempo de diversión y distensión y solo será eficaz si se realiza sin imposiciones ni límites.
Solo mediante la aplicación de medidas que respondan a sus necesidades y destinadas a garantizar la inclusión, estos colectivos tendrán la capacidad real de acceder y participar en el ocio.
De este dependerá su desarrollo y bienestar social en el futuro.
Fuente: TODODISCA