En las actividades cotidianas que se realizan a diario se emplean diferentes recursos físicos, y también un importante número de recursos cognitivos. Un exceso de los primeros puede ocasionar fatiga física, los segundos pueden llevar a la fatiga mental y trastornos relacionados con la angustia y la incertidumbre. Por ello, aunque la persona no tenga dificultades de comprensión o comunicación, cuanto menor sea el esfuerzo cognitivo a realizar, mayor será el bienestar personal y más fácil el día a día.
Existen una serie de herramientas y recursos que nos van a servir para conseguir la accesibilidad cognitiva. Entre ellos encontramos:
Recursos ambientales
- El color y los acabados. Es importante la estimulación mediante el uso del color para generar interés visual, estableciendo un ambiente tranquilo pero atractivo. Asociar colores a diferentes espacios facilita la deambulación de forma autónoma. Los colores en puntos concretos son hitos y referencias que ayudan a la comunicación sensorial. Los acabados deben ser con materiales naturales evitando superficies brillantes, patrones recargados y excesivas texturas y siempre continuos en cada espacio para evitar confusión en el usuario.
- La iluminación. Favorecer el uso de la luz natural y evitar las lámparas fluorescentes que parpadean y producen zumbidos provocando distracción. Es recomendable la iluminación indirecta mediante luminarias led con refuerzos en puntos concretos necesarios, de forma que se eviten deslumbramientos y reflejos y se mantengan niveles estables de iluminación.
- La acústica. Un espacio bien diseñado acústicamente afecta de forma positiva en la salud y el confort, creando un ambiente relajado y armonioso, por lo que es muy importante la elección de los materiales en suelos, paredes y el diseño de los paramentos verticales. De esta forma, se evitan vibraciones, eco, reverberación y ruidos externos que fortalecen la salud, aumenta la capacidad de concentración y se favorecen las relaciones y la comunicación.
- Los olores. El olor es considerado un estresor ambiental. El epitelio olfativo capta los olores y los conduce por los nervios olfatorios al cerebro y, de ahí, al sistema nervioso central que controla los procesos de pensamiento básico, las emociones y el comportamiento. Por ello, es necesario evitar olores fuertes y hacer un uso moderado de los ambientadores y perfumar con fragancias sublimes, considerando que los aromas actúan contra el estrés, ayudan a relajarse, estimulan y aportan energía positiva.
- Proporción y proxémica. Proporcionar las proporciones adecuadas de los espacios, tanto privados como colectivos, ayuda a percibir mejor la relación entre el espacio personal y el entorno. Se trata de establecer una conexión entre la medida de la persona y sus proporciones y los lugares físicos en los que se habita o desarrollan las actividades. Se buscarán proporciones armónicas ancho/largo/alto; jerarquización de espacios según su uso y dimensiones amplias.
- La contaminación visual. Se trata de evitar la sobreinformación, mediante estímulos visuales y diferentes elementos que interfieren en el espacio, que puede absorber el cerebro pero no es capaz de procesar de manera correcta. El exceso de información confunde y los espacios muy recargados resultan incómodos y estresantes. Diseños sencillos, decoración justa, orden y organización consiguen entornos agradables y tranquilos.
Fuente:
NANARQUITECURA